Ha llegado el momento de escuchar lo que dicen las pelotas

..Luis de Haro. Director general de iSanidad.
Ha empezado el mundial de fútbol -muy movido para España tras los acontecimientos con Lopetegui y el Real Madrid- y el protagonismo lo tienen las pelotas o los balones, cada uno lo llama de una manera. ¡Cuánto darían los jugadores por tener una charla con los balones para saber cómo les va mejor el golpeo!

Si la pelota pudiera decirle al jugador porqué se marcha fuera, porqué se desinfla un poco, por qué no coge el efecto… sería bastante útil, ¿verdad?

Lo mismo le habrá pasado a Rafa Nadal en Roland Garros. Seguramente le hubiera encantado tener una charla con las pelotas de tenis para saber qué va mejor con el viento o con la lluvia, si el efecto liftado es bueno o malo en determinados momentos, si el peso y el pelo de la pelota influyen en un golpe cortado… la pelota debe saber mucho.

Sin embargo, en la sanidad todo es distinto porque el paciente si sabe hablar, el paciente tiene voz y se le entiende. No es necesario que venga nadie a hablar en su nombre

En el tenis hay entrenadores, jugadores, sparrings, nutricionistas, psicólogos, médicos, preparadores físicos… pero nadie habla con la pelota.

En realidad, en el deporte, nadie habla con las pelotas porque nadie entiende su idioma, por eso hay “especialistas” que explican lo que es mejor para ellas.

Sin embargo, en la sanidad todo es distinto porque el paciente si sabe hablar, el paciente tiene voz y se le entiende. No es necesario que venga nadie a hablar en su nombre.

Darle voz al paciente para que diga lo que siente, sus necesidades y sentimientos, lo que le va mejor o lo que no le va tan bien, es algo que debería ser natural y común, pero no lo es, lo va siendo poco a poco.

Darle voz al paciente para que diga lo que siente, sus necesidades y sentimientos, lo que le va mejor o lo que no le va tan bien, es algo que debería ser natural y común, pero no lo es

Si el sistema sanitario no se acostumbra a dejar hablar al paciente serán “profesionales” los que hablen en su lugar, y se dediquen a interpretar sus experiencias, unas acertadas y otras menos acertadas.

Mejor dejemos hablar al paciente para entenderle y no interpretarle.

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