..María Vargas. Directora de Relaciones Institucionales de iSanidad
“Una vez más se dijo que su vida había sido una contradicción permanente, una sucesión de confusiones y enredos truculentos, donde la verdad de sus intenciones y comportamientos quedaba siempre, por obra del azar o de su propia torpeza, oscurecida, distorsionada, trastrocada”. Mario Vargas Llosa escribió estas palabras en su novela “El sueño del celta”, que bien podríamos atribuir a nuestro Sistema Nacional de Salud. Pongamos algunos ejemplos de “contradicciones permanentes”.
En nuestro país existen más de 19 millones de personas afectadas por enfermedades crónicas, lo que supone un gasto sanitario anual del 80% y el causante del 74.45% de los fallecimientos. No obstante, el actual modelo hospitalario está preparado, principalmente, para atender enfermos agudos. En cuántos foros se ha escuchado y se sigue escuchando esta afirmación, pero los hospitales siguen estando orientados a enfermos agudos.
En nuestro país existen más de 19 millones de personas afectadas por enfermedades crónicas, lo que supone un gasto sanitario anual del 80%
Otra contradicción. Durante los últimos años, las diferencias de equidad sanitaria entre Comunidades Autónomas se han visto aumentadas. Así, en el 2016, el País Vasco destinó 1.669€ por habitante en materia de salud mientras que en Andalucía fueron 1.110€. Por otro lado, el acceso a innovaciones terapéuticas y tratamientos para combatir las enfermedades y la dotación de aparatos de última tecnología tampoco son equitativas entre comunidades. Por ejemplo, según un informe de la SEOM, el acceso a fármacos oncológicos es inequitativo entre las 17 Comunidades Autónomas.
El acceso a innovaciones terapéuticas y tratamientos para combatir las enfermedades y la dotación de aparatos de última tecnología tampoco son equitativas entre comunidades
Y una última más a apuntar. Un paciente con esclerosis múltiple que requiere de una rehabilitación para frenar el avance de la enfermedad no tiene cubierta esta necesidad por el Sistema Nacional de Salud. Sin embargo, una persona que nació sana pero que ha adquirido malos hábitos de vida y que, consecuentemente, ha desarrollado enfermedades relacionadas con sus factores de riesgo, sí que tiene ampliamente contemplada su cobertura sanitaria. No me entiendan mal, no quiero decir que este último no tenga que percibir los tratamientos y la atención necesaria pero, ¿por qué una persona que no ha elegido su condición de enfermo no puede equipararse en derechos sanitarios?
Estas son algunas de las contradicciones, ya sea fruto de la casualidad o de la impericia, que provocan que tanto usuarios como profesionales se encuentren no pocas veces en un ligero aturdimiento de incomprensión e interrogación, no tanto por falta de voluntad individual, sino por la no existencia de un planteamiento de futuro consensuado, más allá de los años de gobernanza, de los partidos, y del “yoismo” político.
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