..Juan Pablo Ramírez. Director de iSanidad.
El 28 de abril se celebrarán elecciones generales. No le ha quedado más remedio a Pedro Sánchez después del rechazo a los Presupuestos Generales del Estado. Así termina una legislatura perdida para el sector sanitario.
Podría argumentarse que estos meses de Gobierno socialista han servido para recuperar la universalidad. Es posible que se haya reforzado este derecho, pero la realidad era que todas las comunidades autónomas estaban atendiendo a los inmigrantes en situación irregular. El real decreto se aprobó sin una memoria económica porque no iba a suponer un incremento real de gasto. El problema es que veníamos de una legislatura fallida, en la que las fuerzas políticas acabaron prácticamente en tablas y no fueron capaces de formar gobierno. En esta, hemos visto pasar dos ejecutivos de diferentes signo, pero con escasa capacidad de maniobra.
No le ha quedado más remedio al Gobierno después del rechazo a los Presupuestos Generales del Estado. Así termina una legislatura perdida para el sector sanitario
El fin del bipartidismo nos hizo creer que los partidos se verían obligados a alcanzar acuerdos en un país en el que no existe la cultura de pacto. De manera ingenua pensábamos que podía ser la ocasión idónea para alcanzar un Pacto por la Sanidad que haría avanzar al Sistema Nacional de Salud durante los próximos años. El resultado ha sido que en los últimos nueve meses hemos tenido tres ministras de Sanidad diferentes con sus correspondientes equipos. Este problema se une a otros dos ya clásicos. Después de 40 años de democracia, ni el PP ni el PSOE han comprendido que las políticas sanitarias, de educación o de I+D+i deben establecerse en el largo plazo, más allá de las legislaturas, para que el próximo ministro, sea del mismo partido o no, pueda continuar por el camino trazado en beneficio de los pacientes, de los profesionales, de los ciudadanos en definitiva. Aquí nadie siembra para que otro recoja los frutos y así nos va.
El otro problema radica en que los ministros de Sanidad nunca han querido asumir su papel de liderazgo en el Sistema Nacional de Salud. Como resultado, cada comunidad autónoma ha emprendido su camino sin mirar atrás, sin pararse a pensar si la ruta escogida por el vecino es mejor o peor. Nos encontramos con que País Vasco gasta alrededor de 500 euros más en sanidad por habitante y año que Andalucía. Vemos que no todos los pacientes gozan de las mismas oportunidades y que en la elección del tratamiento influye el código postal tanto como la evidencia científica. Solo los esfuerzos de los profesionales sanitarios para escoger los mejores tratamientos y cuidados para sus pacientes han servido para paliar en parte esta malformación del sistema.
Tras 40 años de democracia, ni PP ni PSOE han comprendido que las políticas sanitarias deben establecerse en el largo plazo, más allá de las legislaturas, para que el próximo ministro, sea del mismo partido o no, pueda continuar por el camino trazado en beneficio de los pacientes, de los profesionales, de los ciudadanos en definitiva
Muchas son las tareas pendientes que encontrará el próximo ministro o ministra de Sanidad. El déficit de profesionales y las próximas jubilaciones, la precariedad del personal sanitario, la creación de un registro de profesionales, la interoperabilidad de la receta electrónica y de la historia clínica digital, la financiación de la sanidad, el coste de la innovación terapéutica y tecnológica, el impulso de la atención primaria, la estrategia de medicina de precisión, un marco de colaboración público-privado, una apuesta decidida por la investigación sanitaria, la troncalidad, las nuevas especialidades y muchas más cuestiones que siguen encima de la mesa del Paseo de El Prado después de años y años. Comienza un nuevo periodo y no nos podemos perder en una tercera legislatura fallida.
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