..María Vargas Tabuenca. Directora de Relaciones Institucionales de iSanidad.
Una buena noticia. España es el cuarto país de la Unión Europea con mayor número de científicos e ingenieros, representando un total del 8%. En cifras concretas, se cuenta con más de 1,35 millones de este tipo de trabajadores. Si bien España perdió 12.000 científicos entre 2010 y 2015, la tendencia actual es de crecimiento continuado positivo. Poco a poco vamos mejorando nuestra posición y contexto científico.
Asimismo, existen otros datos que avalan este incremento. Por ejemplo, España está entre los 11 países del mundo con mayor producción científica en cáncer; y el número de publicaciones científicas en el Sistema Universitario Español ha aumentado un 73% en los últimos diez años.
Aunque todavía quedan aspectos por mejorar (salarios, mercado laboral, estabilidad, reconocimiento profesional), el esfuerzo de tantos científicos españoles sigue dando sus frutos. Y para continuar con este incremento de intelecto, la única vía es que el Estado y las autoridades competentes apoyen a los investigadores y su contexto científico.
La única vía es que el Estado y las autoridades competentes apoyen a los investigadores y su contexto científico
Tal y como decía el premio nobel Ramón y Cajal en su libro Reglas y consejos sobre la investigación biológica. Los tónicos de la voluntad: “La producción del hombre de ciencia, como toda actividad del espíritu, hállase rigurosamente condicionada por el medio físico y moral. Con razón se ha dicho que el sabio es planta delicada susceptible de prosperar solamente en un terreno especial formado por el aluvión de secular cultura y labrado por la solicitud y estimación sociales. (…) La posteridad duradera de las naciones es obra de la ciencia y de sus múltiples aplicaciones al fomento de la vida y de los intereses materiales. De esta indiscutible verdad síguese la obligación inexcusable del Estado de estimular y promover la cultura, desarrollando una política científica, encaminada a generalizar la instrucción y a beneficiar en provecho común todos los talentos útiles y fecundos brotados”.
En este libro, Santiago Ramón y Cajal quiso alentar a los jóvenes investigadores en su trabajo en el laboratorio a través de una serie de recomendaciones. Puede verse la importancia que el premio nobel daba al apoyo del Estado para que la continuidad y crecimiento científico fueran posibles. Ciencia y Estado, juntos, de la mano, ayudándose uno al otro con un objetivo de bien común.
Un amor puro, sencillo, basado en el sentimiento de orgullo hacia tu lugar de origen
Y por ello, entre otros tantos temas de los que habla Cajal en este libro, también se encuentra el amor a la patria. Un amor puro, sencillo, basado en el sentimiento de orgullo hacia tu lugar de origen. Sin mayor objetivo que ensalzar tu país sin perjudicar en el camino a los demás. El fin no justifica los medios. Pero este amor igualmente debe estar promovido por la actuación intachable del Estado.
Cierto es que en medio del actual y no tan actual contexto político, nuestra identificación patriótica se ha visto debilitada o injustamente identificada con ciertas ideologías. Y nosotros, individualmente, debemos apostar por mirar más allá de las personas, de los proyectos políticos. En su lugar, centrarnos en aquellos de los que nos sentimos orgullosos, que han llevado nuestra bandera a los puestos más altos. Entre ellos, nuestros científicos. Y el Estado debe apostar por los investigadores.
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