El riesgo de un infarto no tratado supera con creces al riesgo de la infección por coronavirus. Dr. Oriol Rodríguez

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..Dr. Oriol Rodríguez, miembro de la Asociación de Cardiología Intervencionista de la Sociedad Española de Cardiología (SEC).
A finales del mes de diciembre de 2019 se identificó a un nuevo coronavirus, llamado SARS-CoV-2, como el causante de un cuadro clínico que cursaba con síntomas respiratorios en la ciudad china de Wuhan. La enfermedad causada por este patógeno recibió el nombre de coronavirus disease 2019 (Covid-19).

La infección se propagó de forma rápida por los 5 continentes y a mediados de marzo de 2020 la Organización Mundial de la Salud declaró que la Covid-19 se había convertido en una pandemia. A finales de abril de 2020 se han diagnosticado más de 2,8 millones de casos y la cifra oficial de muertos superaba los 193.000.

El miedo a contraer la infección ha comportado una disminución muy importante en las consultas a urgencias por infarto agudo de miocardio

En nuestro país, las autoridades hicieron una llamada al aislamiento social para frenar la propagación de la infección. Este hecho, sumado al miedo a acudir a los centros hospitalarios por el riesgo de contraer la infección, ha comportado una disminución muy importante en las consultas a urgencias de los hospitales, entre ellas las consultas por infarto agudo de miocardio.

El infarto agudo de miocardio es una patología causada por una obstrucción súbita, generalmente de origen trombótico, de una de las arterias del corazón. El principal objetivo del tratamiento es restaurar la circulación coronaria lo antes posible, para minimizar el daño sobre el tejido del corazón, que se relaciona directamente con el tiempo que transcurre desde que se genera la obstrucción. A partir de los 30 minutos se inicia un proceso de necrosis del tejido miocárdico, que crece de forma exponencial hasta las 12-24 horas, en que prácticamente la totalidad del tejido dependiente de la arteria obstruida se habrá necrosado.

En España existen redes específicas de atención a estos pacientes, conocidas como Código Infarto, que atienden a más de 20.000 pacientes cada año

El principal beneficio del tratamiento se obtiene en las primeras horas tras la obstrucción. En España existen redes específicas de atención a estos pacientes, conocidas como Código Infarto, que atienden a más de 20.000 pacientes cada año y que tienen el objetivo de conseguir la reapertura de la arteria antes de que transcurran 120 minutos tras el diagnóstico del infarto.

Datos obtenidos por la Asociación de Cardiología Intervencionista de la Sociedad Española de Cardiología (SEC) sugieren una disminución de hasta el 40% en los pacientes con infarto agudo de miocardio que consultan en ámbitos hospitalarios durante la actual pandemia. Además, los pacientes que consultaron lo hicieron con un mayor retraso.

Asumiendo que el número de pacientes con infarto no debería haber variado, este hallazgo debería comportar un incremento en la mortalidad por infarto de miocardio a corto y a largo plazo, así como un empeoramiento del pronóstico a largo plazo.

El hecho de que los pacientes no consulten o lo hagan más tarde, generará sin duda un incremento de la muerte súbita prehospitalaria

La mortalidad aguda por infarto de miocardio es debida, principalmente, a dos factores. Por un lado, la muerte súbita o paro cardíaco, provocado por una arritmia cardíaca. Ésta es la principal causa de muerte por infarto en fase aguda, y generalmente se produce antes de que el paciente consulte al médico. El hecho de que los pacientes no consulten o lo hagan más tarde, generará sin duda un incremento de la muerte súbita prehospitalaria, siempre difícil de cuantificar.

El otro gran determinante de mortalidad aguda es la insuficiencia cardiaca aguda y el shock cardiogénico, que vienen determinados por el tamaño del infarto. Infartos tratados de forma más tardía van a tener mayor tamaño y a generar más insuficiencia cardíaca. Más allá de la fase aguda, también es esperable un empeoramiento del pronóstico, dado que tanto la mortalidad como la aparición de complicaciones tardías (insuficiencia cardíaca crónica, arritmias cardíacas) se correlacionan directamente con el tamaño del infarto.

El riesgo de un infarto no tratado supera con creces al riesgo de la infección por coronavirus

La percepción del riesgo es irracional, y el miedo a la infección abre un escenario en el que los pacientes con infarto de miocardio evitan acudir a los hospitales, a pesar de que el riesgo de un infarto no tratado supera con creces al riesgo de la infección por coronavirus.

Entre todos, debemos concienciar a la población sobre la importancia de solicitar ayuda médica en caso de tener síntomas compatibles con infarto. Además, debemos estar preparados para la sobrecarga asistencial que pueda suponer en un futuro todos estos pacientes con infartos no tratados o tratados de forma tardía.

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