¿Hay que llorar cuando se muere tu paciente?

Llorar paciente

..Luis de Haro. Director general de iSanidad.
Llorar cuando se muere un paciente es uno de los grandes dilemas de la sanidad. El profesional, tanto el médico como la enfermera, ¿debe hacerlo? Hay que llevarse el problema a casa o ser frío y dejarlo en el hospital.

No hay una respuesta correcta. Lo que sí es correcto es afirmar que en la vocación sanitaria no se incluye este término. Nadie está bien preparado para afrontar esta situación, ni siquiera el más experimentado (que no experto). Los límites emocionales, que nada tienen que ver con la ética, no están definidos. Un estudio de la Universidad de Canadá aseguraba que los médicos tenían dificultades con los sentimientos de duelo, encubrían emociones para no parecer poco profesionales.

¿Quién se está encargando de ayudar al profesional que tiene ganas de llorar cuando se muere su propio paciente?

A partir de esta experiencia de sufrimiento hay un cambio en la forma de afrontar la propia tarea profesional. De hecho, la mitad de los participantes en el estudio de la Universidad de Canadá aseguraban tener sensación de fracaso ante el sufrimiento del paciente o de sus familiares. El caparazón profesional no les ayudó a afrontar el problema. Con la pandemia hemos visto muchas “vías de escape”. Médicos, enfermeras, auxiliares que han estado en primera línea han contado su experiencia en redes sociales, pero no a sus compañeros. Poco se conoce de su dolor.

El sufrimiento del profesional hay que tratarlo y prevenirlo, no se le puede dejar solo ¿Quién se está encargando de ayudar al profesional que tiene ganas de llorar cuando se muere su propio paciente? Lo único que no se puede es “dejarlo pasar”.

Profesionalmente existe una necesidad de separar los sentimientos, pero se debe reconocer que el duelo está ahí. Hay que hacer frente a esa realidad. La psicooncóloga Leeat Granek aseguraba hace unos años que “el duelo y la pérdida no son una experiencia igual para todos. Los individuos son diferentes en lo que quieren y en los tipos de intervenciones que consideran útiles”. No se puede dejar de reconocer que se necesita ayuda para afrontar el dolor. Es hora de que el sistema sanitario se preocupe también de sus profesionales.

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