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La apertura de fronteras del pasado verano tras el confinamiento con motivo de la bajada de casos y los viajes vacacionales permitieron la rápida propagación de la variante del SARS-CoV-2 20E (EU1) que fue secuenciada por primera vez en España a comienzos del verano de 2020. Así lo muestra el último estudio del consorcio español SeqCovid que ha publicado la revista Nature.
Sus investigadores concluyen que la vigilancia genómica, a través de los esfuerzos realizados en secuenciación de una forma coordinada y sistematizada, permite diseñar políticas alternativas a las restricciones de movilidad para frenar la extensión del virus.
La apertura de fronteras y los viajes vacacionales permitieron la rápida propagación de la variante del SARS-CoV-2 secuenciada por primera vez en España
Un sistema de vigilancia capaz de detectar, rastrear y analizar las variantes emergentes del Covid-19, acompañado de políticas, reduce el riesgo de introducir variantes. Además, garantiza que las que se introduzcan no se propaguen ampliamente y se mantenga niveles bajos de SARS-CoV-2.
“Nuestros resultados demuestran cómo una variante puede convertirse rápidamente en dominante incluso en ausencia de una ventaja de transmisión sustancial en condiciones favorables en entornos epidemiológicos”, explica José Tubío, investigador del grupo del Centro Singular de Investigación en Medicina Molecular y Enfermedades Crónicas (CiMUS) de la Universidad de Santiago de Compostela. Su grupo forma parte del consorcio SeqCovid que lideran Iñaki Comas y Fernando González Candelas.
José Tubío: “Una variante puede convertirse rápidamente en dominante incluso en ausencia de una ventaja de transmisión sustancial en condiciones favorables en entornos epidemiológicos”
Así, la vigilancia genómica es fundamental para comprender cómo los viajes pueden afectar a la transmisión del SARS‐COV‐2. Por tanto, es clave “para diseñar futuras estrategias de contención en una situación normalizada de movilidad intercontinental”, según el investigador del CiMUS. Los responsables de la formulación de políticas necesitan una evaluación ágil sobre si una nueva variante aumenta la propagación del virus. Pero también sobre si evade la inmunidad preexistente o tiene diferentes propiedades clínicas.
En el caso de la variante 20E (EU1) ninguno de estos factores parece haber cambiado sustancialmente. Esto lo convierte en un claro ejemplo de cómo los viajes, sumados a grandes diferencias regionales en la prevalencia, pueden conducir a cambios rápidos en la distribución de la variante sin una aparente transmisibilidad.
“Conscientes de que a largo plazo las restricciones de movilidad y los cierres de fronteras no son sostenibles, identificar mejores formas de reducir el riesgo de introducir variantes y garantizar que las que se introduzcan no se propaguen ampliamente, ayudará a los países a controlar el SARS‐COV‐2”, sostiene Castro Tubío.
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