..Juan Pablo Ramírez. Director de iSanidad.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) y Unicef nos dejan un dato preocupante. Más de 23 millones de niños en todo el mundo no recibieron las vacunas ordinarias a causa del SARS-CoV-2. Mientras luchamos contra el Covid-19, nos exponemos a brotes de sarampión, poliomieltits, meningitis, difteria o tétanos. Son las enfermedades que se esconden detrás de la pandemia de Covid-19, todas ellas inmunoprevenibles.
Se han visto especialmente afectadas las regiones más pobres del planeta, especialmente África, Asia y América Latina. Pero los países occidentales también han tenido problemas. Sin ir más lejos, la Asociación Española de Pediatría (AEP) advirtió que durante el confinamiento domicilario decayeron las vacunaciones sobre todo por el miedo a acudir a los centros de salud. Esto ha ocurrido en España, uno de los países con la tasas más alta de vacunación infantil. Parece que la situación ha vuelto a su cauce pero sería recomendable que las comunidades autónomas hicieran un análisis para garantizar que todos los niños han recibido las vacunas que les corresponden.
Mientras luchamos contra el coronavirus, nos exponemos a brotes de sarampión, poliomieltits, meningitis, difteria o tétanos. Son las enfermedades que se esconden detrás de la pandemia de Covid-19
Pero el problema nos obliga a mirar lejos de nuestras fronteras y no solo por una cuestión de la solidaridad. La pandemia nos ha recordado el valor de las vacunas y nos ha descubierto el concepto de salud global. Ya hemos erradicado la viruela y estamos cada vez más cerca de hacerlo con el sarampión y la polio, gracias a las vacunas.
El impacto de la pandemia ha sido evidente en estos países. En comparación con 2019, 3,5 millones más de niños no pudieron recibir la primera dosis contra la difteria, el tétanos y la tosferina, mientras que otros tres millones más de niños no recibieron la primera dosis de la vacuna del sarampión.
En este contexto, urge invertir en vacunas. Recientemente, un artículo elaborado por técnicos el Ministerio de Sanidad advertía que el coste de vacunar a una persona a lo largo de su vida ascendía a 700 euros en España. La inversión es mínima si se tienen en cuenta los ahorros por ingresos hospiatalrios, consumo de antibióticos y otros medicamentos, comorbilidades y el impacto en la productividad del país. Pocas herramientas resultan tan coste-efectivas.