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Las células inmunes innatas pueden influir sobre la respuesta a la vacunación de la malaria, lo que abre una puerta a la mejora de la protección conferida por esta vacuna. Esta es la principal conlusión de un estudio desarrollado por investigadoras del Instituto de Salud Global (ISGlobal) y el Centro de Investigación Biomédica en Red de Enfermedades Infecciosas (Ciberinfec).
“Nuestros resultados van en línea con un creciente número de estudios que indican que el estado basal del sistema inmune puede influir sobre la respuesta a diferentes vacunas”, señala Gemma Moncunill, primera autora del estudio. El estudio se realizó en el marco del ensayo clínico de fase 3 para la vacuna RTS,S (Mosquirix) en varios países africanos. Según las autoras, la reciente aprobación de esta primera vacuna contra la malaria para uso general en población infantil en regiones endémicas para la enfermedad, es “un hito histórico”.
Esta vacunación, combinada con otras herramientas disponibles, ayudará a avanzar hacia el control y la eliminación de la malaria
Esta vacunación, combinada con otras herramientas disponibles, ayudará a avanzar hacia el control y la eliminación de la malaria. Sin embargo, su eficacia en niños de 5 a 17 meses es solo de un 50% al cabo de un año de la vacunación. Por ello, las investigadoras Carlota Dobaño y Gemma Moncunill han estudiado el tipo de respuesta inmune asociada a la protección contra la malaria, y a cómo mejorar la vacuna. En concreto, concluyen que un cierto perfil de expresión génica en células del sistema inmune innato al momento de la vacunación se asocia con un mayor riesgo de contraer malaria más tarde.
Muestras de más de 350 niños vacunados
Las investigadoras analizaron la expresión génica por parte de las células del sistema inmune al estado basal y un mes después de la tercera y última dosis. Para ello, tomaron muestras de sangre de más de 350 niños vacunados y analizaron el ARN en dichas células. Todos los niños se encontraban en Bagamoyo, Tanzania, y Manhiça, en Mozambique.
Un mes después de la tercera dosis, hay una activación de genes relacionados con una respuesta de linfocitos T
Los resultados muestran que, un mes después de la tercera dosis, hay una activación de genes relacionados con una respuesta de linfocitos T. Además se produce una inhibición de genes relacionados con linfocitos B y monocitos; pero solo se encontró una asociación entre el perfil de monocitos y un mayor riesgo de malaria. También se observó una asociación entre el estado de activación de monocitos y células dendríticas al estado basal y el riesgo de contraer malaria más tarde en niños vacunados.
La mayor expresión de ciertos genes (como el gen STAB1) por los monocitos podría inhibir la activación de células T
Estos resultados se confirmaron analizando muestras de personas adultas vacunadas con RTS,S, en el marco de dos otros estudios independientes. “Dos estudios previos han demostrado una relación entre una mayor proporción de monocitos y un mayor riesgo o gravedad de la malaria”, añade la investigadora. Aunque los mecanismos detrás de esta asociación aún no están definidos, una de las hipótesis es que la mayor expresión de ciertos genes (como el gen STAB1) por los monocitos podría inhibir la activación de células T.
“La fortaleza de nuestro estudio es que se realizó en bebés y niños pequeños, que pueden tener respuestas inmunes distintas a las de las personas adultas. Además, se realizó en áreas endémicas para la malaria, donde la inmunidad por exposición natural al parásito podría interactuar con la inmunidad conferida por la vacuna”, concluye Dobaño.
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