El Vall d’Hebron lidera dos ensayos que avanzan en el uso de la inmunoterapia en cáncer ginecológico

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..Redacción.
Durante los últimos años la inmunoterapia ha centrado el interés de la investigación en el tratamiento del cáncer. Tras unos primeros resultados prometedores, el avance en su estudio está demostrando que el optimismo generado estaba más que justificado. así, en el congreso anual de la Sociedad Europea de Oncología Médica (ESMO) se han presentado nuevo datos que demuestran como la inmunoterapia puede suponer una verdadera alternativa a la quimioterapia en algunos tipos de cáncer.

Cemiplimab es un anticuerpo monoclonal dirigido al receptor del punto de control inmunológico PD-1 en los linfocitos T

En concreto, se ha podido ver cómo el uso de la inmunoterapia mejoraba notablemente los resultados en el cáncer ginecológico. Dos de los estudios presentados en esta línea estaban liderados por la Dra. Ana Oaknin, jefa del Grupo de Neoplasias Ginecológicas del Vall d´Hebron Instituto de Oncología (VHIO). Además, la Dra. Oaknin es jefa del Programa de Tumores Ginecológicos del Hospital Vall d’ Hebron.

Los pacientes con cáncer de cérvix o cuello uterino recurrente o metastásico que han progresado tras una primera línea de tratamiento con quimioterapia se encuentran huérfanas de alternativas terapéuticas. Ante esa esta necesidad se planteó la posibilidad de utilizar cemiplimab, un anticuerpo monoclonal dirigido al receptor del punto de control inmunológico PD-1 en los linfocitos T. De esta forma se puso en marcha el estudio Empower-Cervical 1. Esta investigación de fase III es la más grande tras la progresión a primera línea de tratamiento que se ha realizado con pacientes con cáncer de cuello uterino recurrente o metastásico con carcinoma de células escamosas o adenocarcinoma.

Este fármaco reduce hasta en un 35% el riesgo de muerte en pacientes con cáncer de cérvix metastásico 

Los datos previos del estudio se han publicado en la revista New England Journal of Medicine. En ESMO se han presentado los resultados finales de supervivencia general. “Estos datos demuestran que cemiplimab tiene una eficacia superior a la quimioterapia. De hecho, reduce hasta en un 35% el riesgo de muerte en pacientes con cáncer de cérvix metastásico que habían progresado después de una primera línea de tratamiento con quimioterapia. Los resultados abren la puerta a la aprobación de este fármaco para una población de pacientes jóvenes, con un promedio de edad de 50 años, que hasta ahora no tenían ninguna alternativa terapéutica efectiva después de la quimioterapia de primera línea”, explica la Dra. Oaknin.

En el ensayo han participado 608 pacientes estratificadas según su histología en carcinomas de células escamosas o adenocarcinoma. Se dividieron las pacientes en dos grupos: el primero recibió el tratamiento con cemiplimab y el segundo un agente de quimioterapia. La media de seguimiento del tratamiento fue de 30,2 meses, y ofreció datos muy importantes sobre la supervivencia general.

De esta forma se pudo ver que cemiplimab mejoraba de forma general la supervivencia general reduciendo en un 35% el riesgo de muerte. En las pacientes con carcinomas de células escamosas esta reducción era de un 31%; mientras que en las pacientes con adenocarcinomas se lograba el 45% de reducción. “También es importante destacar que esta mejora de la supervivencia frente a la quimioterapia se lograba de forma independiente del grado de expresión de PD-L1, lo que justifica un cambio en la práctica clínica de estas pacientes”, añade la Dra. Oaknin.

El estudio Checmate 358 es el primero en el que se usa la inmunoterapia sin quimioterapia como primera línea de tratamiento en pacientes con cáncer de cérvix 

El cáncer de cuello uterino es la cuarta causa principal de muerte por cáncer en mujeres en todo el mundo y se diagnostica con mayor frecuencia en mujeres de entre 35 y 44 años. Casi todos los casos son causados por la infección por el virus del papiloma humano (VPH), y aproximadamente el 80% se clasifica como carcinoma de células escamosas y el resto en gran parte adenocarcinomas. El cáncer de cuello uterino a menudo es curable cuando se detecta en estadios tempranos y se maneja con eficacia. Sin embargo, las opciones de tratamiento son más limitadas en etapas avanzadas. Se estima que cada año se diagnostican aproximadamente 570.000 mujeres con cáncer de cuello uterino en todo el mundo.

Primer estudio de inmunoterapia sola en primera línea
Los buenos resultados logrados por la inmunoterapia sirvieron de base para plantear su posible uso en fases más tempranas de la enfermedad. De esta forma se planteó el estudio Checmate 358, liderado por la Dra. Oaknin. En esta investigación se quiso comprobar por primera vez la eficacia de un régimen de inmunoterapia sin quimioterapia como primera línea de tratamiento en estas pacientes.

“Es el primer estudio de este tipo. Hasta ahora se había usado la inmunoterapia en combinación con la quimioterapia como primer tratamiento. Los resultados logrados en este nuevo ensayo son prometedores y justifican que se lleven a cabo nuevas investigaciones que profundicen en esta línea”, apunta la Dra. Oaknin.

Se estima que cada año se diagnostican aproximadamente 570.000 mujeres con cáncer de cuello uterino en todo el mundo

En la actualidad ya existen tratamientos basados en fármacos anti-PD-1 en pacientes que expresan PD-L1. Sin embargo, las tasas de respuesta objetiva en estudios que usaban un único agente de inmunoterapia no habían logrado superar el 15%. Por ese motivo, en el estudio Checkmate 358 se planteó la posibilidad de una combinación de nivolumab, un anticuerpo monoclonal que bloquea PD-1, e ipilimumab, un anticuerpo que bloquea CTLA-4 y estimula la respuesta inmunitaria. En total participaron 176 pacientes que se dividieron en tres cohortes. Una de ellas recibió el tratamiento en monoterapia de nivolumab y las otras dos diferentes combinaciones de nivolumab e ipilimumab.

“Los datos obtenidos demuestran que un régimen combinado de inmunoterapia con nivolumab e ipilimumab sin quimioterapia puede conseguir una regresión del tumor duradera con una toxicidad significante pero manejable, independientemente del estatus de PD-L1 en las pacientes”, explica para finalizar la Dra. Oaknin.

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