..Victoria Guillén.
La diabetes mellitus (DM), como el resto de los factores de riesgo cardiovascular, aumenta su prevalencia con la edad. En España, el 63% de los pacientes con diabetes tienen más de 65 años y más de un tercio de la población mayor de 75 años padece esta enfermedad. Se estima que, en las próximas tres décadas, el número de pacientes con esta patología en sujetos mayores de 70 años se cuadruplicará a nivel mundial. Las personas mayores con DM presentan mayor morbilidad cardiovascular, prevalencia de síndromes geriátricos y morbilidad. Por ello, el tratamiento de la diabetes en el anciano representa un importante reto, tanto desde el punto de vista clínico como desde el de salud pública, ya que estos pacientes requieren supervisión y apoyo continuo para evitar o retrasar la aparición de complicaciones graves.
En España, el 63% de los pacientes diabéticos tienen más de 65 años y más de un tercio de la población mayor de 75 años padece esta enfermedad
La evidencia científica demuestra que la DM se asocia con un deterioro funcional e incapacidad elevado, vinculándose así a un síndrome geriátrico importante por su posibilidad de revertir, como es la fragilidad. Este binomio es un problema acuciante en la sociedad, ya que el amplio espectro de complicaciones vasculares, la descompensación metabólica aguda, los efectos adversos de la medicación y de la diabetes sobre el estado nutricional y el comportamiento pueden dar lugar a altos niveles de deterioro y/o incapacidad. Además, estos cambios pueden suponer un efecto rebote sobre la vulnerabilidad a otras comorbilidades, la independencia y la calidad de vida de los pacientes.
Por ello, es fundamental que el tratamiento médico de la DM en el adulto mayor se aborde desde una visión global, multidisciplinar y holística. La valoración geriátrica integral (VGI) es un elemento crucial en la valoración inicial del anciano diabético, monitorizando la progresión, estudiándola dentro de un todo que constituye la propia persona que tiene mucho que decir.
La SEGG calcula que el 50% de los ancianos diabéticos desconocen que padecen esta enfermedad, lo que aumenta el riesgo de deterioro funcional
La VGI incluye además la valoración funcional, psicológica y social, que permite elaborar junto con el paciente, planes de cuidados y rehabilitación. La VGI es indispensable también para evitar que esta enfermedad pueda pasar desapercibida. En este sentido, la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG) calcula que en la actualidad el 50% de los ancianos diabéticos desconocen que padecen esta enfermedad, lo que aumenta el riesgo de deterioro funcional. Aunque la diabetes es una enfermedad silenciosa, en muchas ocasiones los cambios relacionados con el envejecimiento pueden enmascarar parte de los síntomas de la enfermedad.
Según la Dra. Sara González, jefe médico de Grupo Amavir, actualmente la prevalencia de diabéticos en los centros del grupo se sitúa entre el 22% y el 34%. “En Amavir realizamos la valoración geriátrica integral desde el ingreso para poder tener una idea completa de la situación del usuario y de la repercusión que sobre su estado de bienestar tienen sus patologías”, ha señalado.
Dra. González: “En Amavir realizamos la valoración geriátrica integral desde el ingreso para poder tener una idea completa de la situación del usuario”
“En el caso de los usuarios diabéticos, tenemos que diferenciar entre los pacientes controlados solo con medidas higiénico-dietéticas y los que además tienen tratamientos farmacológicos. Estos tratamientos pueden ser solo con antidiabéticos orales o, en su nivel más alto, añadir insulinas. Para ello, todo el equipo entra en marcha. Medicina con prescripciones e indicaciones de medidas a implementar, incluyendo los controles de hemoglobina glicosilada cada seis meses; así como las glucemias basales. Por su parte, enfermería lleva a cabo el control de las constantes necesarias y la supervisión de las indicaciones prescritas. Fisioterapia, incorpora a los pacientes en grupos de ejercicio. Además, intentar mantener o mejorar su estado muscular para prevenir o recuperar la sarcopenia que tan ligada va a la fragilidad. Estos dos síndromes geriátricos son dos objetivos de trabajo de los equipos Amavir”, ha declarado.
“Por supuesto, se indica al paciente una dieta diabética, pero no estricta, ya que en la mayoría de los casos lo que tenemos que conseguir es que no añadan otro problema más a los que ya tienen. Cada caso se revisa de forma individual ajustando la permisividad a la situación propia de cada usuario”, ha añadido la Dra. González. Según el jefe médico del Grupo Amavir, todas estas indicaciones deben realizarse de la mano de los pacientes. “Siempre nos dejamos guiar por ellos, colaborando en su bienestar y convivencia con su propia situación”, ha apuntado.
La adherencia al tratamiento por parte de los pacientes diabéticos podría prevenir 18.400 muertes de las 25.000 que se producen al año por esta patología
Se ha demostrado que la VGI reduce la mortalidad y los ingresos hospitalarios, incrementa la probabilidad de no institucionalización y mejora el estado cognitivo y funcional. La pérdida de la función cognitiva puede suponer una peor adherencia al tratamiento y un empeoramiento de los controles glucémicos, debido a la toma errática de la dieta y la medicación. El riesgo de hipoglucemia, por tanto, es mayor. De hecho, la Federación Española de Diabetes (FEDE) ha destacado recientemente que un buen seguimiento del tratamiento por parte de los pacientes podría prevenir 18.400 muertes de las 25.000 que se producen al año por esta patología. El problema de la adherencia obliga al clínico a realizar una evaluación precoz del deterioro cognitivo del paciente geriátrico con DM.
Resulta esencial conocer la capacidad de autocuidado, valorar el impacto de las complicaciones cardiovasculares de la diabetes y estudiar la necesidad de soporte o apoyo; así como establecer un control óptimo de la glucemia con el objetivo de mantener la capacidad cognitiva y mejorar la memoria del paciente. Todo ello acompañado de la implementación precoz de intervenciones multimodales y multidisciplinares, basadas en la educación nutricional y la promoción de actividad física, que han demostrado ser eficaces para mantener la autonomía funcional de los pacientes geriátricos con diabetes.
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