Llega el mes de agosto, la época más tradicional para salir de vacaciones en la cultura española, también en los centros de salud y en los hospitales. Los médicos, enfermeras y el resto del profesional sanitario, disfruta de la época estival: playa, montaña, naturaleza, turismo, pueblo, cooperación… cualquier cosa es posible y bienvenida.
Eso no significa que los pacientes se vayan al mismo tiempo. Unos coinciden con su médico y otros no lo hacen, pero lo cierto es que el sistema sigue funcionando. Es cierto que hay menos pacientes, porque también se van de vacaciones, pero también lo es que siguen siendo atendidos, que hay más turnos para los que se quedan, para los que están de “guardia”, pero hay poco margen para la queja porque la dedicación del médico salva el sistema.
Gracias a este esfuerzo de los profesionales que “están al pie del cañón”, bien porque son contratados especialmente o bien porque se turnan con sus compañeros, los pacientes están, de nuevo, de enhorabuena.
A la vuelta de las vacaciones comienza de nuevo el curso y la actividad, más descansados, pero el mismo ritmo frenético y la misma presión asistencial. Entonces volverá a estar el médico de cada uno.