El médico, ¿con el fonendo o con el ordenador?

..Luis de Haro. Director general de iSanidad.
Con casi un 20% consumido del siglo XXI el fonendo, inventado por el francés René Laënnec en febrero de 1816 para no tener que apoyar la oreja en el pecho de una voluptuosa paciente, tiene su tiempo limitado. La creciente escalada de los dispositivos electrónicos hacen que el profesional tenga puesta su confianza, cada vez más, en la tecnología -en algunos casos incluso por encima de su propia pericia-.

De hecho, los niños, con una intuición y sencillez de la que tenemos que aprender, ya no identifican al médico con el fonendo, sino con el ordenador. Eso significa que es tiempo de cambio, nos guste o no. Las nuevas generaciones imponen la nueva forma de escribir el futuro y esto ya no puede pararse.

Los niños ya no identifican al médico con el fonendo, sino con el ordenador

El prestigioso cardiólogo Eric Topol, conviene revisar su historial para conocerle bien, ha asegurado que desde hace tiempo utiliza su iPhone y un miniecógrafo de bolsillo porque es más preciso. Valentín Fuster, otro eminente cardiólogo, asegura que no puede trabajar sin el fonendo.

Precisión o cercanía
Sin embargo, la corriente de humanización que acompaña al sistema sanitario asegura que el médico es el agente más importante de la medicina. No habrá buena medicina sin buenos médicos, y un buen médico, además de preciso, tiene que ser cercano, tiene que entender al paciente.

No habrá buena medicina solo con buenos diagnósticos, de hecho, muchos especialistas no dan el diagnóstico completo al inicio porque el paciente no está preparado para conocerlo, y siguen siendo buenos médicos.

No habrá buena medicina solo con buenos diagnósticos

Los dispositivos para los diagnósticos están cambiando y vivimos en una revolución tecnológica constante, pero el papel del médico frente al paciente sigue siendo el mismo: curar y acompañar. Hay que empeñarse en asegurar el futuro de la medicina, pero también es importante enseñar a los que vienen por detrás el valor del calor humano, algo que la tecnología no ha alcanzado todavía.

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