..Juan Pablo Ramírez. Director de iSanidad.
Con el comienzo de la crisis económica en 2007 y los recortes sanitarios, las instituciones médicas comenzaron advertir de un problema. Nuestros profesionales sanitarios comenzaban a estar quemados por el incremento de las listas de espera, el alto número de pacientes en consulta diaria, las largas jornadas de guardia, los contratos precarios, la falta de sustitutos durante los periodos de vacaciones… Es lo que han venido a llamar el síndrome del burn out que también supone un coste para nuestro sistema sanitario.
Un informe de Annals of Internal Medicine pone de manifiesto que el sóndrome del burn out le cuesta al sistema estadounidense alrededor de 4.600 millones de dólares al año (algo más de 4.000 millones de euros) en sustituciones. Esta cifra supone alrededor de 7.600 dólares por médico año. Estamos hablando de un modelo sanitario muy diferente al de nuestro Sistema Nacional de Salud. Hace más dce un año el ex presidente de la Sociedad Española de Hematología y Hemoterapia, Jorge Sierra, nos contaba en una entrevista en iSanidad las bonanzas del sistema norteamericano. No solo es el salario triplica al español, sino que el médico puede complementar su labora asistencial con la docente y la investigadora.
Con el comienzo de la crisis económica en 2007 y los recortes sanitarios, las instituciones médicas comenzaron advertir de un problema de burn out en el sistema sanitario
Aquí hay comunidades autónomas que suspendieron la carrera profesional con la última crisis económica y todavía no la han recuperado. No hablemos tampoco de la carrera investigadora, que sigue sin contabilizarse. Es muy posible que la cifra española no sea tan alta como la estadounidense, aunque solo sea por el volumen de población de ambos países. Pero a largo plazo este malestar nos puede salir muy caro a largo plazo.
No es difícil concluir, que un médico descontento comete más errores que aquel que tiene estabilidad en su puesto de trabajo. Nuestros médicos jóvenes han comenzado a buscar la puerta de salida. El año pasado alrededor de 2.500 profesionales solicitaron 4.100 certificados de idoneidad para trabajar en el extranjero. No podemos decir aún la cifra exacta de los que definitivamente se marcharon al extranjero, pero cada año aumenta. Al sistema le cuesta 10 años y alrededor de 150.000 formar a cada MIR (sin el gasto de carrera). Precisamente las dos especialidades con más demanda, familia y pediatría, son las que más salen. Y esto en un contexto de envejecimiento de las plantillas médicas. Se suman otros factores que contribuyen al burn out como el aumento de las agresiones y la sensación de indefensión que tiene el profesional.
Todos los ministros y consejeros de sanidad de los últimos años en sus discursos de toma de posesión han mencionado siempre la necesidad de reconocer a los profesionales. Si no cumplen con su palabra irá en contra de la sostenibilidad y la eficiencia del sistema.