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El riesgo de padecer cáncer de intestino en la edad adulta aumenta cuando la madre sufre obesidad durante el embarazo. Así lo explica una investigación observacional estadounidense que analizó a más de 18.000 parejas de madres e hijos, y que se ha publicado en la revista Gut. Los resultados sugieren que las condiciones en el vientre materno pueden ser factores de riesgo clave para el cáncer de intestino. También ayudan a explicar el aumento de las tasas de la enfermedad entre los adultos más jóvenes, según los investigadores.
Los investigadores se basaron en más de 18.000 parejas de madres e hijos de los Estudios de Salud y Desarrollo Infantil (CHDS) del Instituto de Salud Pública de Oakland, en EE. UU. Su objetivo era comprobar si la obesidad materna, el aumento de peso durante el embarazo y el elevado peso al nacer podían asociarse a un mayor riesgo de cáncer de intestino en la edad adulta.
Los nutrientes recibidos en el útero pueden alterar de forma permanente la estructura y la función del tejido adiposo, la regulación del apetito y el metabolismo
Por otro lado, el trabajo sugiere que los nutrientes recibidos en el útero pueden alterar de forma permanente la estructura y la función del tejido adiposo (grasa), la regulación del apetito y el metabolismo. Mientras que la exposición excesiva a la insulina y la hormona del crecimiento puede afectar a la sensibilidad a la insulina, explican los investigadores.
“Nuestros resultados aportan pruebas convincentes de que los acontecimientos en el útero son importantes factores de riesgo de cáncer colorrectal. Y pueden contribuir al aumento de las tasas de incidencia en los adultos más jóvenes”, explican. La prevalencia de la obesidad materna se ha multiplicado por casi seis desde la década de 1960. “Por eso es posible que veamos una carga creciente de cáncer de intestino de aparición temprana en las próximas décadas”, advierten los autores del trabajo.
Niños nacidos en la década de los 60
En el momento de la inscripción (1959-66), las madres proporcionaron información sobre sus antecedentes; mientras que los detalles de las visitas prenatales, las enfermedades diagnosticadas y los medicamentos prescritos se obtuvieron de sus registros médicos, desde seis meses antes del embarazo hasta el parto. El peso de las madres (IMC) se clasificó en: bajo peso (menos de 18,5); sano (18,5-24,9); con sobrepeso (25- 29,9); y obeso (30 o más).
Es posible que veamos una carga creciente de cáncer de intestino de aparición temprana en las próximas décadas
Por otro lado, el aumento de peso se registró como la tasa de aumento de peso temprano, o los kilos ganados cada semana hasta las 32 semanas de embarazo inclusive; y el aumento de peso total, o la diferencia entre el último peso antes del parto y el registrado en la primera visita prenatal. El peso al nacer se clasificó como bajo si era igual o inferior a 2.000 g; medio si estaba entre 2.000 y 3.999 g; y alto si era superior. A continuación, se realizó un seguimiento de la descendencia durante 60 años, desde el nacimiento hasta 2019, mediante la vinculación con el Registro de Cáncer de California.
La mayoría de los 18.751 niños, el 48%, nacieron a principios de la década de 1960. Además, alrededor de un tercio, el 34%, eran minorías raciales/étnicas, y la mitad, un 52%), procedían de familias con ingresos anuales inferiores a la media nacional. Durante el periodo de seguimiento, 68 fueron diagnosticados de cáncer de intestino entre 1986 y 2017, cuando tenían entre 18 y 56 años. Cerca de la mitad (48,5%) fueron diagnosticados antes de los 50 años. Asimismo, la investigación indica que casi uno de cada cinco tenía antecedentes familiares de cáncer de intestino.
Mientras que el aumento de peso temprano no se asoció con el riesgo de cáncer de intestino, el aumento de peso total sí lo hizo, duplicando el riesgo por un aumento de 10,5-13 kilos
Una mayor proporción de madres obesas (16%) tuvo una descendencia de 4.000 g o más al nacer que las madres con peso inferior al normal/saludable (7,5%) o con sobrepeso (11%). En comparación con el bajo peso o el peso saludable, el sobrepeso y la obesidad se asociaron con más del doble de riesgo de cáncer de intestino en la descendencia. Las tasas de cáncer de intestino fueron de 16,2/100.000, 14,8/100.000 y 6,7/100.000 en la descendencia adulta de madres obesas, con sobrepeso y con bajo peso o peso saludable, respectivamente.
Mientras que el aumento de peso temprano no se asoció con el riesgo de cáncer de intestino, el aumento de peso total sí lo hizo, duplicando el riesgo por un aumento de 10,5-13 kilos. Sin embargo, una tasa elevada de aumento de peso precoz se asoció con una cuadruplicación del riesgo entre los hijos de madres cuyo aumento de peso total había sido bajo, pero no entre aquellos cuyo aumento de peso total había sido alto.
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