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El anuncio de un diagnóstico de cáncer altera de manera abrupta el curso de la vida diaria de la persona que lo recibe y de su familia. Una nueva investigación sugiere que la comunicación y el apoyo adecuados para los hijos de pacientes con cáncer todavía presentan una importante necesidad no satisfecha. Además de que los padres requieren ayuda para cubrirla. Esta investigación se ha presentado en el Congreso de la Sociedad Europea de Oncología Médica (ESMO) 2021.
Se estima que, en 2020, 4.6 millones de personas, entre 20 y 54 años de edad, fueron diagnosticados de cáncer. El impacto de un diagnóstico de cáncer en alguno de los progenitores en el desarrollo de un niño varía según la edad del menor, la evolución de la enfermedad y, especialmente, dependiendo de cómo se haya gestionado la implantación del menor en el desarrollo de la enfermedad de sus padres.
En 2020, 4.6 millones de personas, entre 20 y 54 años de edad, fueron diagnosticados de cáncer
Compartir noticias negativas con los hijos y gestionar la angustia que les podría causar es una de las tareas más abrumadoras a las que se enfrentan los padres, en un momento en el que ya deben per se procesar sus propias emociones sobre la enfermedad. Sin embargo, según el profesor, Alfredo Clerici, experto en psicología clínica e infantil de la Universidad de Milán, “compartir con los menores cierta información sobre la enfermedad de los padres y la posibilidad de su muerte no solo es útil, sino que tiene un efecto protector contra fenómenos traumáticos”.
La resistencia social y cultural que, a menudo, se interpone en este tipo de diálogo con los niños se manifiesta a partir de los resultados de una encuesta a 103 pacientes en Túnez. Casi el 90% de ellos informaron de problemas de comunicación con sus hijos acerca de la enfermedad. Además, más del 40% optaron por no revelar toda la verdad sobre la patología.
El 90% de los padres con cáncer encuestados informaron de problemas de comunicación con sus hijos acerca de la enfermedad
Según el autor del estudio, el Dr. Sinen Korbi, del Instituto Salah Azaiez (Túnez), entre los pacientes está muy extendida la idea de que al no compartir información sobre la enfermedad, se está protegiendo el equilibrio psicosocial de los menores. “Este fue uno de los aspectos citados por aquellos progenitores que habían optado por ocultar completamente la verdad a sus hijos”, afirma el Dr. Korbi.
Casi todos los participantes del estudio (96%) observaron cambios de comportamiento en sus hijos. Estos cambios van desde ansiedad y depresión, pasando por dificultades académicas, hasta violencia y abuso de sustancias. Sin embargo, solo nueve progenitores consultaron a un psiquiatra infantil. “Muchas personas piensan que pueden manejar estos problemas por su cuenta o con la ayuda de sus familiares. Sin embargo, la realidad es que es importante animarlos a que compartan esta información con los profesionales sanitarios para que, en caso de que sea necesario, podamos derivarlos a otros especialistas. La manera de proceder puede ser tan sencilla como preguntar a los pacientes, cada vez que tenemos una consulta con ellos, cómo se encuentran sus hijos”, afirma el Dr. Korbi.
Clerici: “Es necesario incrementar el conocimiento sobre el papel que juegan las dimensiones psicológicas y emocionales en la vida de las personas”
“Este estudio deja clara la necesidad de incrementar el conocimiento sobre el papel que juegan las dimensiones psicológicas y emocionales en la vida de las personas. Se debe tener en cuenta el hecho de que los niños realizan su propia interpretación de la vida. Además, pueden sufrir mucho cuando no cuentan con adultos que les ayuden a gestionar las emociones”, señala Clerici. “Las futuras investigaciones deberían de centrarse en aquellos episodios traumáticos que pueden desarrollarse a largo plazo”.
La comunicación con los niños debe ser un proceso continuo
El trauma llega a ser especialmente probable cuando un niño se enfrenta a la muerte de uno de los progenitores a causa de un cáncer. La comunicación con los menores sobre la enfermedad debe ser un proceso continuo. Idealmente, este proceso debería comenzar poco después del diagnóstico de cáncer incurable, incluyendo herramientas tras el fallecimiento del progenitor. Asimismo, es importante que los progenitores reciban orientación por parte de profesionales de la salud.
La comunicación con los menores sobre la enfermedad de alguno de sus progenitores debe ser un proceso continuo
Asimismo, el profesor Clerici subraya la importancia de reconocer que la necesidad de apoyo de los niños no se limita a la fase terminal de la enfermedad ni a las primeras etapas del duelo. “Su crecimiento estará marcado por el desafío que supone encontrar en el progenitor superviviente y en nuevas relaciones sociales y emocionales oportunidades para compensar su pérdida”, explica el psicólogo.
“La mayor generación de recursos de atención que aseguren el apoyo psicológico a largo plazo y el seguimiento del menor podría ayudar a estas personas a gestionar los sentimientos que puedan experimentar de soledad emocional o abandono”. Si bien existen ciertas ayudas por parte de los sistemas de salud, el profesor Clerici incide en los importantes ahorros de salud que se pueden producir a largo plazo.
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