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El grupo Complutense de investigación 920202, en colaboración con varios facultativos de ocho hospitales diferentes de toda España, ha publicado un estudio que analiza la morfología craneofacial de 83 pacientes adultos que nacieron con distintos tipos de fisuras labiopalatinas. El trabajo, publicado en la revista Scientific Reports, concluye que las características y el tipo de fisura parecen ser los principales factores determinantes de las alteraciones del crecimiento craneofacial a largo plazo. En cualquier caso, se necesitan más investigaciones de tipo prospectivo para delinear claramente los efectos de los diferentes tratamientos en los pacientes fisurados. Así lo ha explicado la profesora de la Universidad Complutense de Madrid, Elena Martínez Sanz, directora del Grupo de Investigación 920202 en Desarrollo del Paladar y Fisura Palatina. Desarrollo Craneofacial. Además, es la secretaria de la Sociedad Española de Epidemiología y Salud Pública Oral (Sespo).
La investigación pone de relieve las “importantes alteraciones del crecimiento descritas en pacientes fisurados”. Para tratar de examinar la morfología y las dimensiones craneofaciales y palatinas, los pacientes fueron clasificados en cuatro grupos en función de su tipo de fisura: 1) solo labiales (n = 6); 2) fisuras de labio y paladar de un solo lado (n = 37); 3) fisuras de labio y paladar bilaterales (n = 16); y 4) fisuras palatinas aisladas (n = 24). Para el análisis obtuvieron modelos digitales tridimensionales (3D) con un escáner intraoral, junto con cefalometrías y distintos tipos de fotografías faciales en las que llevaron a cabo numerosas mediciones.
La investigación pone de relieve las importantes alteraciones del crecimiento descritas en pacientes fisurados
Los resultados se analizaron estadísticamente. Mostraron alteraciones craneofaciales en todos los grupos salvo en el que estaba formado exclusivamente por fisuras labiales aisladas. Las alteraciones observadas en el paladar, el maxilar y la mandíbula afectaban directamente a la apariencia facial. No obstante, las más graves solo se observaron en el grupo con fisuras bilaterales de labio y paladar.
Desde hace más de dos décadas, el grupo Complutense de investigación 920202 trabaja con el reto de mejorar la calidad de vida de los bebés con fisura palatina. Hasta ahora, gracias a la financiación de numerosos proyectos, públicos y privados, han llevado a cabo decenas de trabajos utilizando distintos modelos de experimentación animal. Este es el primer estudio en humanos en el que, además de los 83 pacientes, han participado 71 estudiantes de las Facultades de Odontología y Medicina como grupo control.
La boca y la cara comienzan a formarse en las primeras semanas del desarrollo intrauterino. Cuando el embrión apenas mide 2-3 milímetros, en la cabeza crecen varias prominencias que se fusionan entre sí para formar la nariz, los labios, las mejillas o el paladar como si de un puzle se tratase. Así, hacia el final del primer trimestre del embarazo, un feto muestra ya un rostro típicamente humano con la cavidad oral separada de las fosas nasales.
Desde hace más de dos décadas, el grupo Complutense de investigación 920202 trabaja para mejorar la calidad de vida de los bebés con fisura palatina
Si esto fracasa pueden producirse distintos tipos de fisuras o hendiduras, siendo las más habituales las que afectan al labio (labio leporino) o al paladar (paladar hendido), cuya incidencia global se estima en 1 de cada 700 recién nacidos. Aproximadamente un 40% de todas las fisuras orofaciales involucra únicamente al paladar. Esto significa que el techo de la boca no se cierra dentro del útero y, al nacimiento, aparece fisurado. Como consecuencia provoca importantes repercusiones en los bebés y sus familias.
Las fisuras suelen corregirse quirúrgicamente a temprana edad, pero los pacientes a menudo precisan varias cirugías y tratamientos intensivos de logopedia y ortodoncia. Además, más allá de la necesidad de atención médica continuada, nacer con fisura palatina se asocia a mayor probabilidad de sufrir otras patologías, mayor tasa de mortalidad, e incluso dificultades de aprendizaje y otros problemas psicosociales.
Las fisuras pueden aparecer en cualquier mamífero y se cree que han existido siempre. Por ello, el ser humano lleva siglos tratando de explicar sus porqués. Actualmente, las fisuras son consideradas defectos complejos en los que no se terminan de comprender bien sus causas. Las teorías más aceptadas indican que pueden deberse a una combinación de factores ambientales y genéticos durante el embarazo.
Nacer con fisura palatina se asocia a mayor probabilidad de sufrir otras patologías, mayor tasa de mortalidad, dificultades de aprendizaje y otros problemas psicosociales
Entre los factores ambientales se han señalado numerosas sustancias tóxicas (tabaco, drogas, alcohol, etc.), carencias alimentarias y algunos fármacos. También distintas circunstancias relacionadas con la salud de los progenitores. Sin embargo, a pesar de los avances científicos, algunas culturas perpetúan viejas creencias o supersticiones que siguen estigmatizando a los pacientes y sus familias.
Los trabajos de investigación del grupo Complutense 920202 han contribuido a demostrar el papel crucial que juega el factor de crecimiento transformador beta 3 (TGF-β3) en el cierre del paladar. Sin esta proteína el 100% de los ratones mutados para el gen que la sintetiza desarrollan fisura palatina.
El grupo Complutense 920202 ha contribuido a demostrar el papel crucial del factor de crecimiento transformador beta 3 (TGF-β3) en el cierre del paladar. Sin esta proteína el 100% de los ratones mutados para el gen que la sintetiza desarrollan fisura palatina
Además, varios investigadores de este grupo, en colaboración con otros profesores de la Universidad CEU-San Pablo, han contribuido también a perfilar la importancia del ácido fólico (vitamina del grupo B) en la alimentación de las madres gestantes para la prevención de las fisuras y otras malformaciones craneofaciales. Así, demostraron que la administración a largo plazo de una dieta materna carente de ácido fólico en ratones causa distintas alteraciones del desarrollo, incluidos fracasos en todos los mecanismos por los que se cierra el paladar. Por otro lado, la administración de una dieta suplementada con ácido fólico a las hembras gestantes de ratones mutantes negativos para TGF-β3 reduce, de forma significativa, las fisuras que presentan éstos al nacer.
En relación con el tratamiento de esta patología congénita, el grupo también desarrolló una técnica quirúrgica mínimamente invasiva como alternativa a la cirugía convencional. La ensayaron en perros que nacen con fisura palatina espontánea, inyectando un material biocompatible en sus bordes. El objetivo era generar hueso nuevo y permitir una mejor aproximación de los fragmentos antes del cierre quirúrgico definitivo. Aunque este tratamiento aún no se ha probado en niños, los resultados obtenidos en los perros son muy prometedores. En cualquier caso, resulta imprescindible no cesar en la búsqueda de la mejor solución posible para estos pacientes.
El grupo continúa colaborando con equipos de diferentes hospitales para tratar de determinar las causas genéticas, ambientales y clínicas que generaron las fisuras palatinas. Además, el grupo también colabora con la Sociedad Española de Fisuras Faciales (Soceff) y con las distintas asociaciones de familias de niños fisurados.
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