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La atención a pacientes de ictus ha evolucionado mucho en los últimos años, gracias al aumento en los recursos destinados a su detección y atención temprana, al desarrollo de estructuras y protocolos sanitarios y a la especialización de los profesionales. A pesar de estas mejoras, un gran porcentaje de las personas que sufren un ictus padecen secuelas que, en muchos casos son incapacitantes o dificultan a los pacientes llevar una vida normal. Francisco Javier Rubio Blanco, director del Hospital de Rehabilitación Casaverde de Mérida y de los centros ambulatorios Casaverde de Badajoz, Cáceres y Mérida destaca la importancia de la fase de rehabilitación para minimizar estas secuelas.
¿Cuáles son las principales fases en el abordaje del ictus?
Lo más importante es salvar la vida del paciente. Durante la fase aguda del ictus la atención hospitalaria es fundamental para salvar la vida del paciente. En España la atención en esta fase está muy avanzada y tenemos una cobertura total y los medios adecuados. Informar a la sociedad sobre lo que es el ictus y cómo detectarlo, por los síntomas que presenta, es muy importante para poder proporcionar una atención temprana y que puedan activarse los recursos especializados.
Salvar la vida es lo primero, pero una atención temprana es igualmente importante para evitar o reducir las secuelas. Tras la fase aguda, estaríamos ante una fase post aguda en la que debemos centrarnos en disponer de programas de neurorrehabilitación de acceso inmediato tras la estabilización del paciente. En la Guía “Principios Básicos de la Neurorehabilitación del Paciente con Daño Cerebral Adquirido, 2020” la Sociedad Española de Neurorehabilitación recoge aspectos relacionados con el acceso a servicios especializados de rehabilitación tras sufrir un daño cerebral y su grado de evidencia en las principales guías de práctica clínica.
Informar a la sociedad sobre lo que es el ictus y cómo detectarlo es muy importante para poder proporcionar una atención temprana
Destaca que deben recibir este tipo de rehabilitación aquellos pacientes que hayan sufrido un ictus o un TCE, que estén estables clínicamente cuando hayan perdido capacidades físicas, cognitivas, sensoriales, funcionales, etc. Y este acceso a los servicios de rehabilitación especializados debe realizarse previa valoración del potencial de recuperación por profesionales especializados, utilizando herramientas validadas y estandarizadas. Finalmente, cuando se ha alcanzado la máxima recuperación posible de las secuelas que se hayan producido, estaríamos ante la fase crónica en la cual también es necesario disponer de recursos que garanticen mantener y preservar las habilidades y logros conseguidos en la fase de rehabilitación. En ese momento los objetivos no serán funcionales, sino de mantenimiento, para evitar el deterioro.
¿Cuál es la mejor manera de atender a un paciente que acaba de sufrir un ictus y qué beneficios tiene hacerlo correctamente? (hospital, urgencias, 112…)
La atención integral al ictus es un desafío para la sociedad del siglo XXI. Ante los primeros síntomas de que alguien está sufriendo un ictus (pérdidas repentinas de fuerza, del habla, del equilibrio, de la sensibilidad, de la visión…) debemos contactar con los servicios de emergencias, con el 112, antes de acudir al hospital más cercano. La comunicación con los servicios de emergencias permite activar los protocolos de ictus para la atención al paciente y se gana tiempo. En estos casos el tiempo es vida.
La activación inmediata del denominado “Código Ictus” permite que, en la mayoría de los casos, se pueda salvar la vida del paciente y reducir sus secuelas
La activación inmediata del denominado “Código Ictus” permite que, en la mayoría de los casos, se pueda salvar la vida del paciente y reducir sus secuelas. En España los servicios de urgencias hospitalarias y las unidades de ictus, con neurólogos especializados, garantizan una adecuada atención al paciente. Debemos estar atentos, conocer los síntomas y saber qué hacer ante un ictus. Es importante educar en la prevención y en el conocimiento y desde la Fundación Casaverde, desarrollamos diferentes programas de concienciación dirigidos a los jóvenes y a la población en general, para fomentar hábitos de vida saludables, evitar conductas de riesgo y reconocer un ictus, sabiendo cómo actuar en cada caso.
¿Qué aporta al paciente un buen plan de rehabilitación tras la fase aguda?
Los programas de neurorrehabilitación intensiva en la fase post-aguda tras la estabilización del paciente nos permiten reducir al máximo las secuelas producidas por un ictus. En Casaverde, nuestro objetivo es conseguir la mayor recuperación en el menor tiempo posible, trabajando tanto en régimen de ingreso como en régimen ambulatorio en cuanto la situación del paciente lo permite. Nuestros equipos de profesionales trabajan con un claro objetivo, la máxima recuperación. Con los programas intensivos de neurorrehabilitación conseguimos mejorar las capacidades funcionales de los pacientes.
Al ingreso en nuestros centros el 83% de los pacientes presentan un nivel de dependencia moderado – grave, consiguiendo al alta una recuperación de más del 60%. De igual forma el, número de pacientes con discapacidad grave y muy grave se logra reducir a menos de la mitad. Otro dato importante es que el 85% de nuestros pacientes vuelven a su domicilio al alta y sólo un 6% es derivado a un centro social.
Francisco Javier Rubio: “Con los programas intensivos de neurorrehabilitación conseguimos mejorar las capacidades funcionales de los pacientes”
¿Ha habido importantes novedades en los últimos años en el tratamiento y rehabilitación de los pacientes que han sufrido un ictus?
La evolución de la atención al ictus en los últimos años en España ha sido clara. La alta prevalencia ha obligado al SNS a destinar recursos para su tratamiento y a los profesionales a especializarse y a organizar estructuras para su atención. Todos los servicios de salud disponen de unidades de ictus especializadas y preparadas para el abordaje inmediato tras sufrir el evento agudo. También disponen de programas de tele ictus que permiten acercar la atención más especializada a aquellos centros hospitalarios que no disponen de unidades especializadas.
Los nuevos procedimientos como el tratamiento fibrinolítico endovenoso y la terapia endovascular mecánica para la recanalización de las arterias cerebrales obstruidas son procedimientos que han demostrado aumentar la supervivencia y disminuir la mortalidad de los pacientes que sufren un ictus. Esta evolución no se ha producido en igual medida en cuanto al tratamiento rehabilitador, donde aún existen importantes déficits de unidades especializadas. Hemos avanzado mucho en la fase aguda pero aún tenemos capacidad de mejora, si destinamos más recursos, en la fase subaguda de rehabilitación. Extremadura es un claro ejemplo de apuesta por la rehabilitación de los pacientes. El inicio precoz del tratamiento neurorrehabilitador conlleva una mayor eficacia de ese tratamiento.
Siguiendo la línea marcada en el Plan de Atención Integral al Daño Cerebral en Extremadura, el Hospital de Rehabilitación Casaverde de Mérida gestiona anualmente unas 22.000 estancias hospitalarias para la rehabilitación de pacientes con daño cerebral, apostando por un modelo de continuidad asistencial del proceso rehabilitador en régimen ambulatorio, para lo que dispone de diferentes centros ambulatorios que nos permiten acercar los servicios al ciudadano en esta última fase del proceso.
El ictus es la primera causa de mortalidad en mujeres y la tercera hombres en España, unas 27.000 personas al año
¿Cuál es la tasa de incidencia total del ictus en España y qué mortalidad tiene?, ¿Cuáles son las secuelas más habituales que puede tener una persona que ha sufrido un ictus?
La incidencia del ictus en nuestro país y en los de nuestro entorno es muy alta. El incremento de la esperanza de vida, los hábitos poco saludables, el sedentarismo, el sobrepeso, la hipertensión, la diabetes o la hipercolestoremia hacen que cada año se produzcan en España unos 120.000 ictus. Además, se prevé que esta cifra se incremente en un 35% hasta el año 2035, produciéndose alrededor del 25% de los casos en menores de 65 años. El ictus es la primera causa de mortalidad en la mujer y la tercera en el hombre.
Cada año fallecen en España unas 27.000 personas por ictus, cifra en la que también se prevé un incremento significativo en los próximos años. En el año 2019 se produjeron en Extremadura 2.816 ingresos hospitalarios por ictus, que afectaron a 2.561 pacientes, de los que el 55,4% eran hombres y el 44,6% mujeres. Según la Sociedad Española de Neurología el ictus es la primera causa de discapacidad adquirida en el adulto, asociándose mayor discapacidad a las mujeres, y es la segunda causa de demencias tras la enfermedad de Alzheimer. Se hace hincapié en que si se realizaran las medidas de prevención adecuadas se podrían prevenir hasta el 80-90% de los casos.
Según Francisco Javier Rubio, si se realizaran las medidas de prevención adecuadas se podrían prevenir hasta el 80-90% de los casos
Según datos del Atlas del ictus en España 2019, elaborado por el Grupo de Estudio de Enfermedades Cerebrovasculares de la SEN, junto con Bristol Myers Squibb y Pfizer, dos de cada tres personas que han sufrido un ictus presentan algún tipo de secuelas que en muchos casos son discapacitantes. Más del 62% tienen problemas de movilidad, el 60% tienen problemas para realizar las actividades básicas de la vida diaria y más del 35% percibe su salud como mala o muy mala. Estas secuelas, que se intentan minimizar con los procesos de neurorrehabilitación, se acentúan más en los pacientes mayores de 65 años. Por ejemplo, el 44% de ellos tienen dificultades para ducharse o bañarse sin ayuda, y el 56% para realizar tareas demencias simples.
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