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A pesar de no existir todavía una cura definitiva para los pacientes infectados por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), los avances en el tratamiento con fármacos antirretrovirales han conseguido que, además contar con un mucho mejor pronóstico, puedan gozar de una mejor calidad de vida. La Dra. Eugenia Negredo, jefa de VIH del Servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital Universitario Germans Trias i Pujol explica en una entrevista organizada por iSanidad con la colaboración de Gilead que, una vez alcanzada una alta eficacia de los tratamientos, ahora se trabaja para mejorar la forma de administración, sobre todo, para que resulte más cómodo para los pacientes.
La crisis del coronavirus, ¿ha impactado realmente en los tratamientos de los pacientes?
Claramente sí. Durante la primera y la segunda ola hubo un poco de descontrol de todos los pacientes crónicos. Cualquier enfermo crónico, que seguía unas visitas regulares, durante las primeras olas sufrió anulación de visitas, retrasos, cambios… los pacientes estaban perdidos y los sanitaros también. En el caso de los pacientes con VIH, que no pueden ir a recoger su medicación a la farmacia, sino que reciben la medicación en el hospital, se tuvieron que buscar estrategias como, por ejemplo, enviársela por mensajero a casa para que pudieran seguir el tratamiento correctamente. O sea, que sí que hubo dificultades, aunque se pusieron todos los medios posibles para que no tuvieran que interrumpir los tratamientos.
Hay muchos pacientes a los que estar tomando cada día la medicación les afecta emocionalmente, porque les recuerda que están enfermos
La saturación general de atención primaria, ¿es un problema para los pacientes
En el caso concreto de los pacientes con VIH, normalmente el seguimiento se lleva mucho en el hospital. Prácticamente somos su médico de cera, aunque sí es cierto que, a medida que los pacientes van envejeciendo, van presentando problemas nuevos, propios de la edad. Para el manejo de estas enfermedades sí que nos apoyamos mucho y nos coordinamos con la atención primaria. En este sentido, la saturación de la atención primaria sí hace que los pacientes vuelvan a acudir o llamar de manera más frecuente al hospital cuando no pueden contactar o tienen temas pendientes.
¿Qué están aportando los avances en los tratamientos antirretrovirales en términos de calidad de vida, salud global a largo plazo, etc.?
El tratamiento antirretroviral que tenemos actualmente es excelente para frenar el virus. Son fármacos muy eficaces, muy seguros y con poca toxicidad. Si el paciente se lo toma bien, se puede dejar de detectar el virus en sangre e, incluso, esa persona deja de transmitir el virus, incluso con relaciones sexuales sin preservativo. La parte de control del virus, por así decirlo, está conseguida. Sin embargo, está previsto que vayan saliendo al mercado nuevos productos destinados a mejorar la frecuencia y modo de administración de esos fármacos. De momento, los pacientes tienen que tomar comprimidos a diario y, con estas nuevas fórmulas, se podría espaciar mucho más en el tiempo.
Hay muchos pacientes a los que estar tomando cada día la medicación les afecta emocionalmente, porque les recuerda que están enfermos o porque, por ejemplo, no quieren tener la medicación en casa y que otras personas la vean. No olvidemos que tener VIH aun supone un gran estigma social. A otros pacientes no les importa tomar sus pastillas a diario. Ahí está la gracia, en poder disponer de diferentes opciones para que el paciente elija la que mejor se adapte a sus necesidades y situación.
La saturación de la atención primaria hace que los pacientes acudan de manera más frecuente al hospital cuando no pueden contactar o tienen temas pendientes
¿Se puede acabar erradicando el VIH?, ¿qué necesitan pacientes y profesionales para avanzar en su desaparición?
El VIH se va a erradicar, yo de esto no tengo ninguna duda. Lo que ocurre es que está costando y aún tardaremos un tiempo, porque el virus se esconde dentro de las células. En el cuerpo humano algunas células están activas y otras permanecen “dormidas”. El VIH es capaz de esconderse en las células en reposo y, cuando estas células se activan el virus vuelve a salir a la sangre. El VIH se esconde en los llamados santuarios o reservorios, que son lugares a los que cuesta que llegue el tratamiento, por ejemplo, los ganglios.
Esto hace que, aunque en la sangre ya no tengamos virus, porque el tratamiento lo elimina, el virus continúa escondido en los santuarios o reservorios. Hay mucha investigación en este sentido, con diferentes estrategias, desde despertar a ese virus que está dormido y entonces atacar de golpe, hasta dejarlo ahí dentro y hacer que no pueda salir de estas células que están dormidas.
¿Es la adherencia al tratamiento uno de los principales problemas de los pacientes?
Yo diría que no. Al menos en el medio que conozco, la adherencia al tratamiento es buena en un porcentaje muy elevado de pacientes. Los pacientes han incorporado el tomarse una pastilla a diario como parte de su vida y, aunque pueda ser una molestia, lo hacen. Hay un porcentaje pequeño de pacientes que pueden abandonar el tratamiento porque pasan una época mala, por trastornos psiquiátricos, problemas económicos, un traslado de ciudad u otros problemas que hacen que, de repente, lo abandonen. Y tiempo después vuelven a las unidades para retomarlo.
Esto es un problema, pero no es tan grave como los casos en los que los pacientes toman mal la medicación: hoy la toman, mañana no, un día se olvidan y luego al siguiente toman doble, no lo toman el fin de semana, etc. Este descontrol puede hacer que el virus se vuelva resistente, porque están tomando la medicación a medias. Pasa igual que con los antibióticos, que cuando los tomas mal, se pueden hacer resistencias al antibiótico. Con estos tratamientos pasa igual.
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