Las bacterias que habitan en el organismo de cada humano, conocidas como microbioma, condicionan el desarrollo de enfermedades crónicas como el cáncer, la diabetes de tipo 2 y la obesidad, y es que así lo consideran los expertos que, han participado recientemente en una jornada organizada por Biocat y la Obra Social La Caixa en CosmoCaixa Barcelona, y que ha sido impulsado con la colaboración de cuatro reconocidas instituciones de investigación: UVic, IrsiCaixa, VHIR y el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO).
La pérdida de diversidad del microbioma en los países desarrollados ha contribuido al incremento de casos de diabetes, celiaquía, autismo e hipertensión porque la falta de riqueza microbiana es un factor de riesgo para desarrollar enfermedades crónicas. La pérdida de diversidad del microbioma humano explicaría reacciones como la alergia o la celiaquía, que serían la respuesta de nuestro organismo a bacterias que recibimos del ambiente y no son habituales en nuestro cuerpo. “Las personas con un microbioma más activo metabólicamente y con más riqueza genética están más sanas”, asegura el investigador del Vall d’Hebron Instituto de Investigación (VHIR), Francisco Guarner.
Los expertos alientan la esperanza en la investigación que en este campo se está haciendo y que supone abrir un nuevo paradigma tanto en la prevención como en el tratamiento de enfermedades. “La investigación en microbioma se encuentra en un momento fascinante”, señala Núria Malats, responsable del grupo de Epidemiología Genética y Molecular del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO). Esta experta cree que las bacterias también podrían ayudar a explicar ciertos mecanismos moleculares del cáncer y convertirse en clave para entender algunos casos de herencia familiar. “Espero que el microbioma defina poblaciones de riesgo y marcadores de pronóstico del cáncer”, afirma.
Aunque nadie las ha contado, se estima que en nuestro cuerpo hay unos 80 billones de células. Por cada célula, según explica Guarner, cada persona tiene en su organismo una decena de bacterias, una “población” que tiene una importancia relevante tanto en la salud como en la enfermedad, y es que su influencia en la manifestación de enfermedades comienza a ser más evidente, ya que hasta ahora se pensaba que solo dependían del genoma humano.
La investigación biomédica ha pasado de interesarse solo por el AND humano a “centrarse también en ‘el otro genoma’, el de los microorganismos que viven en el cuerpo”, gracias a la evolución de las nuevas tecnologías de secuenciación de material genético, celebra la directora del grupo de Bioinformática y Estadística Médica de la Universitat de Vic (UVic), Malu Calle.
En el campo de las enfermedades infecciosas, el director del Instituto del Sida IrsiCaixa, Bonaventura Clotet, ha resaltado que la efectividad de la vacuna terapéutica contra el virus del VIH necesita “un buen microbioma para mejorar la respuesta inmunitaria del paciente”. Según Clotet, el estudio del microbioma en las personas que participen en el ensayo clínico de la vacuna contra el Sida a partir de 2016 será fundamental para optimizar al máximo su eficacia.
Todos ellos han concluido con que la posibilidad de manipular y cambiar la composición de las bacterias asociadas a enfermedades abre “un nuevo paradigma” para nuevos tratamientos no invasivos, como dietas específicas, el uso de prebióticos y probioticos, y los trasplantes de microbiota.
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