Rafael García: “Al menos un 25% de nosotros padecerá algún trastorno relacionado con la salud mental”

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..Fernando Ruiz.
Durante años, ha existido un pacto en los medios de comunicación para no hablar de suicidio. Los responsables de la prensa consideraban que este tipo de informaciones podían generar un efecto contagio. Hoy ha cambiado esta norma no escrita a pesar de que el estigma aún existe. De hecho, Rafael García Montesdeoca, vocal de ANDE Canarias, ha comentado para iSanidad que las distintas propuestas de intervención a este nivel en las distintas comunidades pasan por la realización de formación especifica dirigida a profesionales sanitarios de atención primaria y especializada. Lo ha comentado en el marco de la campaña Nursing Now, en colaboración con EnferConsultty y bajo la estrategia #EnfermerasSXXI.

Se prevé que en año 2030 los problemas de salud mental serán la principal causa de discapacidad en el mundo. ¿Qué medidas habría que implantar para afrontar esta situación?
El dato es estremecedor sin duda y es lógico desear que las organizaciones sanitarias deban tenerlo en consideración. Sin embargo, temo que no solo concierne a los servicios de salud.

El malestar psíquico acompaña al ser humano desde los orígenes de su existencia y, en la actualidad, se estima que al menos un 25% de nosotros padecerá algún trastorno relacionado con la salud mental a lo largo de nuestra vida teniendo en cuenta que las manifestaciones de este malestar pueden ir desde el insomnio ocasional a los trastornos mentales graves y persistentes.

Los problemas de salud es un problema que no solo concierne a los servicios de salud

Volviendo al alarmante dato de la discapacidad asociada a la falta de salud mental y a la implementación de posibles medidas preventivas, creo que habrá que tener en consideración la corriente de los tiempos que nos ha tocado vivir. Ya Freud en su obra menciona el malestar en la cultura como fuente de problemas, y en la actualidad múltiples estudios apuntan que un peor acceso a los sistemas sanitarios unido a la pobreza y, sobre todo, a la soledad son los factores que más influyen en el nivel de salud mental de la población. Confiar en que adoptando medidas exclusivamente sanitarias conseguiremos minorar la incidencia de las enfermedades mentales es erróneo.

Tomando este enfoque como marco podríamos señalar que dentro de la actividades de la enfermera que van más allá de lo estrictamente sanitario, existe una intervención incluida en la clasificación internacional (NIC) denominada “presencia” definida como “permanecer con otra persona durante periodos de necesidad tanto física como psicológica”. Esta intervención, junto con otras similares, me sugieren un espacio de actuación para las enfermeras que podría incidir sobre uno de los males de nuestro tiempo mencionado antes: la soledad. En resumen, todas las medidas a implantar para afrontar los problemas de discapacidad derivados del padecer enfermedad mental deben contar con un enfoque multidimensional que englobe la esferas biológica, psíquica y social. Nada nuevo pero plenamente acertado y una oportunidad para aprovechar el perfil competencial de la enfermera que se caracteriza por la versatilidad.

Múltiples estudios apuntan que un peor acceso al sistema sanitario, la pobreza y la soledad son factores que más influyen en la salud mental

Según la OMS, el suicidio es la segunda causa de muerte en el jóvenes de 15 a 29 años. ¿Qué acciones hay que llevar a cabo para tratar este problema?
El tema del suicidio tiene múltiples aristas, muchas relacionadas con aspectos no exclusivamente psicopatológicos.

Los pasos al acto suicidas siempre estremecen y adquieren tintes trágicos cuando interrumpe vidas jóvenes. El poso de amargura, impotencia y culpa que deja en allegados y terapeutas es inmenso. El objetivo perseguido en este caso es el de lograr una tasa cero.

El único ser vivo que atenta contra su vida es el ser humano sin que se haya podido desentrañar suficientemente los porqués del fenómeno. Los estudios se centran en establecer la frecuencia y aventurar posibles factores predisponentes y precipitantes de las conductas suicidas para poder actuar sobre ellos. La mayoría de estos factores no son modificables desde el ámbito sanitario. Quizá este hecho dificulte el establecimiento de un plan de prevención del suicidio a nivel estatal.

El tema del suicidio tiene múltiples aristas, muchas relacionadas con aspectos no exclusivamente psicopatológicos.

Las distintas propuestas de intervención a este nivel en las distintas comunidades pasan por la realización de formación especifica dirigida a profesionales sanitarios de Atención Primaria y especializada,  formar también a elementos clave en el trato con jóvenes y adolescentes, familias y docentes y ampliar las líneas de investigación hacia la detección de factores protectores para trasladarlos a la población.

Junto con otros comportamientos, el suicida tiene mucho de decisión insondable, de ahí lo complejo de su comprensión.

¿Es necesario implantar un plan de salud mental infanto-juvenil?
Las estrategias de atención a la salud mental de la población infanto-juvenil deben estar preferentemente incluidas en las de atención a la población general, no tienen sentido las unas sin las otras y se corre el riesgo de atomizar esfuerzos e iniciativas.

La última estrategia sobre Salud Mental del SNS abarcaba el periodo 2006-2013, reformular y actualizar los planes en este campo es una necesidad.

La mayoría de las comunidades han desarrollado planes para la salud mental incluyendo esta franja de población siendo desigual e incompleto su despliegue lo que probablemente sea un síntoma generado por la necesidad de abordar una estrategia general.

Es una necesidad actualizar la ultima estrategia de Salud Mental que abarcaba el periodo 2006-2013

¿Crece el liderazgo y el reconocimiento de la profesión enfermera en el sistema?
Luces y sombras. El liderazgo de la enfermera es incuestionable en la microgestión. Desde lo normativo, la ley de ordenación de las profesiones sanitarias nos define como directores, evaluadores y prestadores en nuestro campo, hasta la práctica independiente.

El panorama se ensombrece cuando ampliamos el campo de visión hacia la meso y macrogestión, espacios artificialmente vedados y aparentemente destinados a otros profesionales.

Se produce entonces una paradoja consistente en desaprovechar el conocimiento y habilidades para liderar de personas sobradamente capacitadas por el hecho de ser enfermeras. Recientemente hemos conocido procesos judiciales con este fin.

El liderazgo de la enfermera es incuestionable en la microgestión

Si apostamos por una organización sanitaria adaptada a la realidad, moderna, capaz de dar respuesta a las necesidades en salud de la población, no es útil insistir en modelos de gestión basados en no se sabe qué tradiciones.

Toca profesionalizar la gestión si entendemos que se deben optimizar las decisiones en aras de hacer sostenible y eficaz nuestro sistema sanitario.

Sin duda un enfoque que tenga en cuenta estas consideraciones contribuirá al incremento del liderazgo de las enfermeras existente, alumbrando así esos reductos sombríos.

¿Cómo describiría a una enfermera del siglo XII?
La OMS señala a la mujer como elemento clave en muchas sociedades para diseminar y aumentar la efectividad de las intervenciones en salud en la población general. Este enfoque de genero inspira la visión que tengo de la enfermera del siglo XXI: una figura clave para la recuperación, mantenimiento y promoción de la salud de una sociedad cada vez más longeva y exigente.

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